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Las experiencias exteriores al cuerpo ocurren con frecuencia cuando se está a punto de morir. Los que han "regresado" traen extraordinarios relatos sobre suspensión del tiempo y bienestar místico. ¿Prueba esto la supervivencia después de la muerte? Aunque muchas personas han afirmado que son capaces de lograr una experiencia exterior al cuerpo (EEAC o Viaje Astral) a voluntad, es decir, siempre que lo desean, al parecer la mayor parte de las experiencias se producen espontáneamente y sin ningún esfuerzo consciente. Sin embargo, como ya se ha visto, las circunstancias en que ocurre una EEAC suelen ser poco corrientes: en el quirófano, por ejemplo, o cuando el cuerpo sufre una conmoción fuerte, como en los accidentes de tránsito. Y, al parecer, no es algo que sólo sucede a los místicos, a los sensibles o a los expertos. En 1975, un sondeo sobre 1.000 estudiantes y residentes en Charlottesville (Virginia) reveló que el 25 % de los primeros y el 14 % de los segundos afirmaban haber tenido una EEAC, porcentajes que confirmaron estimaciones anteriores: la experiencia ocurre a una de cada cuatro personas. Esto no significa, por supuesto, que la experiencia suceda muy a menudo a esa cuarta pare de la población. Para la mayoría, una EEAC es algo que ocurre en el momento más inesperado. Robert Crookall incluye un caso de este tipo en su libro "The study and practice of astral projection" (El estudio y la práctica de la proyección astral). El hecho fue narrado por lord Auckland Geddes en 1937, en una memoria presentada a la Royal Medical Society de Edimburgo. Este es el relato del propio interesado, desde el momento en que se dio cuenta de que padecía un envenenamiento agudo: Quise llamar para pedir ayuda, pero descubrí que no podía, de modo que abandoné el intento tranquilamente. Me di cuenta de que estaba muy enfermo...; a partir de ese instante, en ningún momento mi conciencia pareció debilitarse, pero de pronto comprendí que se estaba separando de otra conciencia que también era "yo"... Gradualmente, me fui dando cuenta de que no sólo podía ver mi cuerpo y la cama en que estaba, sino todo lo que había en la casa, y entonces comprobé que no sólo veía cosas en la casa, sino en Londres y en Escocia, de hecho dondequiera que dirigía mi atención... Y la explicación que recibí (cuya fuente desconozco, pero que yo designaba para mi como mi mentor) fue que estaba libre en una dimensión temporal del espacio, por lo que ahora equivalía a aquí en el espacio tridimensional corriente de la vida ordinaria. Después comprendí que la visión incluía.., cosas en el lugar de cuatro o más dimensiones en que me encontraba. Justo cuando estaba empezando a comprender todo esto vi a A. entrar en mi habitación. Me di cuenta de que había sufrido un shock terrible y la vi correr hacia el teléfono. También vi cómo el médico dejaba a sus pacientes y acudía velozmente, y supe que pensaba "se está muriendo". Oí claramente lo que le decía al yo que estaba en la cama, pero mi otro yo no tenía contacto con el cuerpo y no pude responder. "Me enfadé realmente cuando sacó una jeringa e inyectó algo en mi cuerpo... Cuando mi corazón comenzó a latir con más fuerza, me sentí retroceder y experimenté un inmenso fastidio porque apenas estaba empezando a entender dónde estaba y qué veía. Cuando estuve de nuevo en mi cuerpo, la claridad de visión "de nada y todo" desapareció, y sólo quedó un atisbo de conciencia que me llenó de dolor." Y lord Geddes añadía: "creo que todo eso significa, simplemente, que si no hubiera sido por el tratamiento médico.., yo estaba muerto para el mundo tridimensional." La pérdida del miedo a la muerte Otras personas que han vivido una EEAC en momentos en que parecían físicamente muertas, han manifestado que la experiencia les ha hecho perder el miedo. Como dijo una de ellas: Parecía que podía elegir entre volver a mi cuerpo o seguir adelante y morir. Sabia que iba a estar a salvo tanto si mi cuerpo moría como si no. Otra persona, que experimentaba un júbilo extraordinario en su estado extracorporal, sintió que se le decía que volviera a su cuerpo -que en ese momento yacía en un quirófano padeciendo un paro cardíaco- porque "mi obra en la tierra no estaba terminada". Se han registrado muchos casos como éste, y las similitudes de los relatos plantean inevitable mente una pregunta: las experiencias exteriores al cuerpo ¿son una prueba de la realidad de uno de los más profundos y antiguos deseos del hombre, la supervivencia a la muerte física? La mayor parte de los investigadores que han estudiado el tema de las EEAC están de acuerdo en que la experiencia parece indicar que la vida es algo más que meramente física. Pero las EEAC no sólo suceden durante una crisis o en el momento de la muerte. Pat, una florista de 20 años que compartía un apartamento con una prima pianista en Canterbury (Inglaterra), hizo el siguiente relato sobre una experiencia que tuvo en abril de 1970: Hacía horas que me encontraba echada en el sofá, oyendo tocar a mi prima. Estaba completamente relajada y me sentía como si fuera a dormirme. De pronto noté como un peso que me apretaba la cara y me di cuenta de que... me había elevado hasta el techo. Entonces me volví y parecía como si flotara... Podía ver con claridad todo lo que había en el cuarto, hasta a mí misma, tumbada en el sofá. Entonces apareció ante mí, flotando, lo que sólo puedo describir como una puerta coloreada. Desde mi inferior, una voz parecía decirme: "Abre la puerta para buscar el conocimiento." Y cuando me dirigí hacia ella, la puerta se abrió y apareció otra puerta coloreada. Recuerdo haber pensado que, para obtener una respuesta (aunque no sabía a qué), tenía que seguir adelante. Perdí la cuenta de las puertas que atravesé, y de pronto me encontré en el cielo, flotando sobre Canterbury. Pero ya no era abril; era un día veraniego. No quería volver; me sentía eufórica, aunque experimentaba como una sensación de turbación. ¿Qué sucedería si seguía viajando por lo desconocido? Mientras pensaba esto, me encontré mirando a mi cuerpo de nuevo. Decidí que no podía hacerlo. Y lo más extraordinario fue que en cuanto tomé la decisión me hallé de nuevo en mi cuerpo, en un santiamén. El cuerpo astral, o alma o conciencia separada, puede al parecer conocer otras dimensiones de la existencia en las EEAC. En junio de 1974, la señora T. se encontraba en un hospital, en Libia, recuperándose de una intervención quirúrgica, cuando abandonó su cuerpo físico: Me pareció comprender que la respuesta a todas las cosas está al alcance de todos nosotros. También tuve la sensación de que... si no volvía a mi cuerpo, tendría que seguir adelante... Se me dijo que aún no había llegado la hora de mi partida, y que debía regresar por un tiempo breve pues todavía había algo que tenía que hacer. No se me explicó qué era. Mientras estuve fuera de mi cuerpo comprendí que el tiempo no existía, que la eternidad o una fracción de segundo podían ser la misma cosa. Estos relatos sugieren también que las dimensiones extrafísicas de la existencia son, quizá, más importantes que las físicas. Y esta forma "avanzada" de existencia es una especie de refugio para cuando el cuerpo físico llega a una situación intolerable. En The twenty-fifth man (El vigésimo quinto hombre), Ed Morrel describió sus experiencias en la penitenciaría del estado de Arizona, descripción avalada por el escritor Jack London, que le conoció muy bien. Mientras estaba en prisión, Morrel fue torturado repetidamente: primero le ponían dos camisas de fuerza y después lo empapaban, de modo que el lienzo en cogía. Según explicó él mismo, era como "ser estrujado lentamente hasta la muerte"...; pero de pronto se encontró flotando fuera de su torturado cuerpo. En dicho estado, Morrelí no sólo vio el paisaje circundante, sino que viajó por el mundo y -al parecer- por el tiempo. Entre las muchas personas que vio durante sus EEAC se encontraba una mujer a quien conocería más tarde y que seria su esposa. Los más profundos deseos del hombre Viajar por el tiempo, una sensación de eternidad, la supervivencia después de la muerte, un profundo sentido del objeto y el significado de la existencia... se podría decir que todas esas cosas son deseos que la humanidad alberga desde siempre. Y la doctora Susan Blackmore ha indicado que una EEAC es quizá una creación de la mente, un mundo de pensamiento e imaginación que surge de las mismas profundas fuentes que nuestros más antiguos deseos; en otras palabras, expresa el anhelo de liberarnos de las limitaciones de la existencia. Pero eso no puede explicar fenómenos como la capacidad de viajar "astralmente" -bajo condiciones de laboratorio- y leer correctamente un número situado fuera de la vista del cuerpo físico. Sin embargo, esto sucedió durante un experimento dirigido por Charles Tart: pese a las enormes posibilidades en contra, el sujeto en cuestión leyó el número 25.132 mientras era controlado por un electroencefalógrafo y otros instrumentos. Así pues, las experiencias exteriores al cuerpo siguen siendo un enigma. Las teorías psicológicas no explican el mecanismo del viaje astral. Y los datos científicos de que disponemos -por ejemplo, los cambios en las ondas cerebrales que registran los electroencefalógrafos cuando tiene lugar una EEAC- son descripciones de hechos, no su explicación.